Echada, aquí en mi cama, no dejo de pensar en ti. Me dan ganas de agarrarte y apretarte lo mas fuerte que pueda. No puedo olvidar lo que sucedió la noche pasada.

Siento incontrolables deseos de cerrar mis manos en tu cuerpo... El recuerdo de esa noche caliente es intensa y me deja más angustiada todavía.

Todo sucedió en esta cama. Apareciste, y rápidamente te aproximaste. Sin ningún pudor te adueñaste de mi cuerpo desnudo. Ante mi fingida indiferencia, te acercaste más y más. Mordías mi cuerpo sin ningún escrúpulo, hasta mis partes mas intimas y me dejabas loca. Hasta que me dormí...

Hoy, cuando me desperté, te busqué desesperadamente, pero no te encontré... Por toda la sábana quedaban restos de todo lo que sucedió durante la noche. En todo mi cuerpo dejaste marcas para que yo no me olvidara de ti.

Esta noche voy a acostarme más temprano y te esperaré. Cuando llegues, sentirás la rapidez que tendré cuando te acerques a mi. Voy a saltar y te agarraré con toda mi fuerza para que no escapes.

Quiero apretarte.... y descansaré cuando sienta la sangre caliente de tu cuerpo. Sólo así podré librarme de ti,
"MOSQUITO DE MIERDA".

Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo fila para comprar entradas para el circo. Al final, solo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresionó mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Se veía que no tenían mucho dinero. La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la fila, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano.
Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo.
Prometía ser un hecho sobresaliente en su vida. El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: 'Eres mi caballero de brillante armadura'. Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: 'Tienes razón'. La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuántas entradas quería. El respondió con orgullo:

'Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos'.

La empleada le indicó el precio. La mujer soltó la mano de su marido, ladeó su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse. Este se acercó un poco más y le preguntó: ¿Cuánto dijo?'. La empleada volvió a repetirle el precio.
¿Cómo iba a darse vuelta y decirle a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo?. Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, sacó un billete de veinte dólares y lo tiró al suelo.

(Nosotros no éramos ricos en lo absoluto).

Mi padre se agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo: 'Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo'. El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla, replicó:
¡Gracias, gracias señor...!
'Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí'.

Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa.

Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada ...

Copyright 2010 DE TODO UN POCO 1
Lunax Free Premium Blogger™ template by Introblogger